ANTOFAGASTINA
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¿Cómo es eso que llaman
Fútbol?
Por Kleber Campe
Nunca he sido un aficionado del fútbol ni mucho menos un fan debido
quizás a la imparcialidad al tema con que fui criado. Pintarse y vestir el
color de un equipo es algo de otro mundo para mí, que no por eso produce menos
admiración por quienes le profesan ¿Por qué es ese algo tan propio de nuestra
gente, algo que mueve tantos corazones y deja casi vacíos los pulmones de millones
algo tan ajeno? ¿No estaré comprendiendo lo singular de todo esto o es solo un
fanatismo sin más, que nace por moda y queda por mera costumbre? ¿Qué lo hace
tan especial que osa a quedar de sinónimo de todos los deportes en los
noticieros?.
Sin respuestas en previas
experiencias con el tema decidí simplemente archivarle en la carpeta de “cosas
que solo son porque pueden serlo”. ¡Sorpresa! ¡Sorpresa! Algo sucedió hace unos
días y llegó la hora de vaciar carpetas. Definitivamente de algo me estaba
perdiendo, ese algo que no viene en palabras, imágenes ni videos. No había
buscado donde debía, y sobre todo no lo había hecho con la correcta
compañía. Este fin de semana pasado tuve la primera oportunidad de entender, o más
bien sentir, de que trataba todo esto, al asistir en representación
extraoficial – por el momento - de Antofagastina Cl al encuentro de este sábado
pasado para tomar algunas fotografías de Deportes Antofagasta v/s Universidad
de Concepción.
Cabe mencionar que esta
era la primera vez que asistía a un estadio, y estando mi atención en mil
detalles que no quería olvidar, era difícil ignorar la emoción y expectación en
la cara de padres, hermanos, hijos y amigos que marcaban gran contraste con la
mía, indiferente al encuentro en sí y todo lo que pensaba hasta entonces
involucraba. Solo me limitaría a tomar
fotografías y disfrutar de dicha tarea por los 90 minutos que mi “avanzado” conocimiento
futbolero me decía duraban estos extraños eventos. Poco tiempo duró aquella
mentalidad cuando minutos antes de comenzar el partido la voz de cientos se
mezcló en un canto energético lleno de alegría y pasión para sus pares y
jugadores. Acto repetido varias veces
durante los buenos, no tan buenos y aún mejores momentos del partido.
Era
difícil no dejarse emocionar con tanta energía contenida cada vez que unían las
voces al unísono, y mucho más al observar el efecto revitalizante que producía
en los jugadores dentro de la cancha. Fascinante a tal punto, que logró
distraerme en variadas ocasiones de mi tarea, y de manera inconsciente dejarme
como testigo silente del concierto más extraño que haya imaginado.
Lamentablemente el trance no fue perpetuo ni sostenido, ya que también fui
testigo del efecto negativo que conlleva romper la armonía, marcándose cada vez
más frente a los últimos minutos. Chillidos agudos, azarosos y solitarios,
desde entes extraños en desmedro de quienes lo daban todo por defender y
representar su pasión, se fueron acumulando poco a poco en sus caras y pesando
cada vez más en las jugadas de ambas camisetas. Una situación penosa que se
mantuvo aún después de acabado el partido en unos cuantos gritos cobardes.
Fue en verdad una experiencia reveladora, no al punto de encender en mí
una nueva pasión ni mucho menos la necesidad de abanderarme bajo una camiseta -
ya que no dudo que independiente de los colores todos invierten un 100% de sí
mismos por su pasión - pero si la de gran respeto y aun mayor admiración por la
gente que ama y/o practica este oficio sinérgicamente.
KFC.-
Antofagastina Cl, Abril 2015
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